He vivido momentos de profundo dolor que marcaron mi vida, pero también descubrí algo poderoso: el arte. No como una técnica que debía dominar, sino como un lenguaje para expresar lo que las palabras no podían. A través del arte, aprendí a transformar el sufrimiento en algo que sana, que construye, y que puede ser compartido con quienes estén dispuestos a recibirlo.

No soy artista, pero sé lo que el arte puede hacer por el alma. Con mi experiencia personal y formación, quiero guiar a otros en este proceso. Este no es un taller para aprender arte ni necesitas saber nada sobre ello. Es un espacio para permitir que el arte toque tu corazón, te transforme, y te lleve a un viaje hacia lo más profundo de ti, donde la sanación y la liberación son posibles.